- ISLAS LOFOTEN
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7075258
Empezamos a cogerle el pulso a los ferrys y la verdad es que el el invento está muy bien.
En el viaje conocimos a Asier un joven vasco que viaja solo y está pasando una temporada por la zona, nos reconoció por la abrigados que íbamos, él iba en manga corta, pero es que es de Bilbao.
Tenía pinta de vivir muy bien sin excesos de dinero pero sin agobios, le debió encantar cuando le dije que nosotros eramos turistas y el viajero, que es otro nivel. Le debió gustar el comentario porque al despedirnos me hizo que se lo repitiera. Él estaría 4 días en Senja y nosotros 1, siempre es agradable conversar con gente distinta y en los viajes aparecen muchas formas de conocer el mundo pero todas bonitas y envidiables.
Una vez desembarcamos en Andenes, dimos una pequeña vuelta por el pueblo e iniciamos la ruta hacia el sur.
Toda esta zona tiene unos pueblos de poquísimos habitantes, son más grupos de casas diseminadas que pueblos en sí. Así es todo Lofoten, cuando ves los relatos y los planos te imaginas que serán mucho mayor y eso se nota a la hora de comer, dormir,...
Ya era tarde y al ser un sitio tan solitario no se encuentran sitios donde comer, por suerte, ya algo tarde encontramos un cartel y nos desviamos a una cafetería (la palabra restaurante la reservan para sitios importantes por lo que tienes que ir a un café)
Encontramos un sitio curioso y muy acogedor, te sientes un poco intruso porque es como entrar en una casa particular sin que te abran la puerta.
De hecho dentro no había nadie y hasta que no encontramos una campanita para avisar nadie salió.
La comida bien y para el postre tienen una serie de tartas y café y tu te sirves a tu aire, ¡que poco latinos son estos noruegos!
Como podéis ver en la foto es como si estuvieses de visita.
Empezamos a recorrer la isla, bajando hacia el sur y con los primeros paisajes típicos, además llama mucho la atención los puentes, parece que son de diseño pero yo creo que es más por un tema práctico, como todo lo mueven por barco no tienen más remedio que hacer estas maravillas. Además tienen el remanente que les queda de los túneles, que son lúgubres hasta decir vasta. A decir verdad, lo único que se echa en falta es que aparezca la bruja de la escoba, como en las ferias.
- STO
Continuamos en dirección a Sto que figura como un pueblo pero son poco más de cuatro casitas desperdigadas, pero la ruta serpentea por una carretera estrecha y principalmente paisajística. Al final cuando llegas encuentras un "camping", que lo llaman así pero realmente es un aparcamiento sin ningún acondicionamiento y en el que te dan conexión eléctrica y poco más.
Así que nos dimos un paseito muy corto y como no encontramos el camino que ponía en la guía que se podía recorrer nos volvimos por donde habíamos venido
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7075257
- HENNINGSVAER
La entrada en el hotel Brygghotel fue sorprendente, la tarde se había vuelto desapacible y entre el frío y el viento no apetecía estar fuera y andar buscando sitio para dormir, cuando entré estaban ocupados las dos personas que trabajaban y cuando vino un joven, llamado Peter, a atenderme directamente me preguntó si era español.
Resulta que es un noruego que hizo toda la enseñanza primaria en Mallorca por lo que la barrera del idioma olvidada. ¡que gusto!
Henningsvaer es conocida como la Venecia del Norte (algo exagerado, como dice la guía) pero tiene un puntito que recuerda. Por lo demás es un sitio muy muy pequeño y agradable.
El hotel francamente bien, nuestra habitación era pequeña y sin ninguna vista pero el astuto Peter ya nos dijo que nos haría un descuento, que es el precio inferior por habitación que había leído, pero bien.
En cuanto a la cena, otra vez un acierto, por fin tomamos ballena, en un formato tipo cecina, con queso y melón, rico para mi y menos para Eugenia pero había que probarlo. Por otra parte es carne potente, y a eso sabe.
El resto de la cena excelente, lo peor, en un sitio tan agradable, fue que teníamos al lado un grupo con una señórita de origen indio que reía, y mucho por cierto, chirriando como las a
árabes que relataba Cristina en Argelia en sus excursiones.
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Así terminamos nuestro día, el 12
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